Biblioteca Imperial de Trántor del Recuerdo

 


Recientemente se ha estrenado la serie Fundación, de la plataforma Apple TV (Un nuevo contendiente en las Streaming Wars).

 

Los amantes de la Ciencia Ficción conocen bien la saga del carismático científico-literato Isaac Asimov.

 

Salvando las enormes distancias entre la literatura y una obra de consumo masivo, la serie me parece recomendable y plantea temas de gran actualidad.

 

El argumento se centra en la parte de la saga que narra la creación de la Fundación. En resumen y sin spoilers: El genial matemático Hari Seldon (similar al prota de Big Bang Theory) descubre la psicohistoria, una fusión de estadística y psicología social de masas, capaz de predecir el futuro de la galaxia.

 

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La predicción de la caída del imperio disgusta al emperador (a los emperadores clones en la serie) y, tras un dramático juicio, Seldon y sus seguidores son enviados a Términus, un planeta muy, muy lejano de la galaxia.

 

En la serie, la polémica surge en qué cosas preservar para los mil años de oscuridad que se prevén tras la caída del Imperio Galáctico. Los miembros de la Fundación deben decidir qué se conservará y qué caerá en el olvido. 

Por ejemplo, en el capítulo tres, se discute sobre si conservar el diseño del reloj de agua o del reloj de sol. Finalmente se deciden por el de sol, pues no todos los planetas dispondrán de agua en los siglos oscuros, pero se espera que en todos sigan luciendo sus soles.

 

Señalar que Asimov reconoció que su inspiración fue la obra sobre la decadencia del Imperio Romano de Gibbon.

 

El desapacible problema metafísico surge cuando presenciamos la destrucción de viviendas, infraestructuras y bienes, provocadas por la erupción volcánica en La Palma. Personas que deben huir para salvar sus vidas y, en el mejor de los casos, tendrán quince minutos para poner a salvo sus pertenencias y recuerdos; dejando atrás todo lo que poseyeron en su vida.

 

En la serie setentera "La conquista del Oeste" hay una dramática escena: Una carreta abandonada, unos caballos muertos por un exceso de peso y unos macizos muebles; tirados en medio de la nada.

 

"Esos caballos murieron porque una persona les obligó a cargar con sus recuerdos" -sentencia Zeb Macahan, el curtido protagonista. No se menciona el destino de la familia, pero se intuye lo peor.

 

Los preparacionistas postulan la confección de una "mochila de 72 horas", siempre preparada con lo básico para subsistir; mientras las autoridades gestionan rescates y ayudas frente a desastres naturales o artificiales.

 

Una mención recurrente entre los damnificados de la Palma son las fotos familiares. Esos recuerdos de personas, desaparecidos para siempre, de los que quizás no queden copias.

 

 

Lógicamente se debe primar la supervivencia en esos primeros días de caos; pero, especialmente para los aficionados a la fotografía y al video, la pérdida de sus discos duros podría ser un serio menoscabo para sus recuerdos.

 

Al igual que los componentes de la Fundación, atesorando aquellos conocimientos humanos que no deberían desaparecer en el caos y la oscuridad; podría ser buena idea seleccionar, digitalizar y conservar nuestros archivos fotográficos.

¿Discos duros, pendrives, tarjetas de memoria en la mochila de 72 horas? ¿O mejor almacenamiento en la nube? ¿En qué servidores, con que cifrado, gratis o de pago?

Y las personas de cierta edad, ¿no deberían conseguir un escáner de negativos y diapositivas?

Son preguntas que aún no sé responder, pero lo más trascedente, ¿cómo seleccionar lo que no se debe perder bajo ningún concepto? ¿qué criterios aplicar  en la curación de los contenidos? 

 

¿Lo artístico y lo sentimental? ¿Lo testimonial y lo emocional? ¿Objetividad y subjetividad?


Ya estoy experimentando con el almacenamiento en la nube de archivos de imágenes y PDF.

 

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