Cita con la Historia. 01

 


 

En una conversación con el amigo Alberto, profesional del sector turístico y apasionado de la historia, surgió un reto que implicaba turismo, cultura, arqueología, Realidad Aumentada y la hoy omnipresente IA.

Nuestro background de exploradores urbanos y espeleólogos aficionados nos llevó a recordar viejos tiempos. Visiones de espaldas arqueadas bajo flexos de 100 w. y una miríada de libros, mapas y esquemas absolutamente analógica; en busca de nuevas rutas por descubrir, castillos por expugnar o cuevas por explorar.


¿Cómo se podrían aprovechar las nuevas tecnologías para complementar aquellas increibles sesiones de planificación de hace treinta años? ¿La IA constituiría realmente un exoesqueleto para nuestros dispersos cerebros? ¿Podríamos utilizar la Realidad Aumentada para redondear una ruta cultural en el viejo Madrid?

Estos interrogantes continúan en el aire y queremos compartirlos con los lectores en tiempo real.


Hemos elegido una misión tremendamente desafiante: embarcarnos en la TARDIS, sin el doctor Who, aparecer en 1936, en plena batalla de Madrid y desentrañar uno de los grandes enigmas de la época; la extraña muerte del lider anarquista Buenaventura Durruti.



Nuestra TARDIS es muy ibérica y requiere interminables minutos de musiquilla cansina hasta ser atendidos por un operador del Ministerio del Tiempo. Luego una desmaterialización tipo Matrix y aparecemos al otro lado, un tanto mareados por la travesía del océano temporal.

Una vez allí nada mejor que confundirse con los soldados del bando en el que hayamos caído y disimular lo mejor posible.

En el Hospital Clínico, o el despojo ruinoso en que se iba transformando inexorablemente, se escuchaba una sinfonía continua de descargas de fusilería y el característico repiqueteo de las ametralladoras ligeras, aderezada con ocasionales explosiones de granadas, obuses y proyectiles de artillería. Los gritos de ataque o defensa resonaban por encima de los disparos en distintos idiomas, como en una genuina torre de Babel bélica.

El viajero ocupaba el interior de una retorcida trinchera que recordaba más a una kasbah magrebí que a las rectas calles de Isaac Peral o Hilarión Eslava, que morían en el Parque Metropolitano, a escasos metros de su posición. Ironías del destino, a la hora de matarse, los hombres volvían a sus orígenes.

Las atronadoras explosiones levantaban nubes de polvo y humo y las llamas subían al cielo, donde una escuadrilla de chatos (Polikarpov I-15) se enfrentaba a la legión Cóndor alemana en un duro combate aéreo.

Hacía apenas una semana que un piloto ruso derribado sobre pintor Rosales había sido casi linchado confundiéndole con un nazi. Eso motivó el decreto de Miaja para que se entregaran los prisioneros al Estado Mayor sin tocarles un pelo.

El día había amanecido soleado, lo que no impedía que los pucheros humeasen con densas nubes de vapor y que el aliento de los hombres se materializase en volutas blanquecinas...

Momento ideal para salir de las trincheras y consultar en las telecos de la época la info suministrada desde el campo base temporal.



Hay mucha estática y se escucha fatal, como cuando hablas con un call center en una republica bananera. Al menos no hay que sufrir las plomizas grabaciones de éxitos de los 70. 

Nos informan que con apenas cuatro prompts en Perplexity han descubierto un video ruso que demuestra un hecho trascendental en las teorías acerca de la muerte de Durruti.

Continuaremos transmitiendo, mantengan abierta la comunicación...




 

Comentarios

Entradas populares