Cita con la Historia. 02 Todos se llaman García.
Continuando con el reto que nos planteamos en el último post, y en plena fase de documentación, decidimos añadir una capa narrativa al proyecto.
Asimismo queríamos agradecer a nuestros amables colaboradores e informantes su ayuda, bautizando personajes con su nombre.
El futuro/pasado nos aguarda.
Cita con la Historia. 02 Todos se llaman García.
Víctor García se encaminaba a la Biblioteca Nacional, a bordo de un vehículo autónomo colectivo, que precisaba una buena mano de pintura, compartido con una oficial de mediana edad.
La militar había sacado a colación la noticia de la entrega del mercenario europeo Marc Dufresne a las autoridades de la OTAN.
—…Fue un piloto que luchó en la batalla de Toledo y le acusan de terrorismo —comentaba indignada.
—¿El que destrozó el puente de Alcántara con un dron? —salió a relucir el historiador.
—Lo hizo para proteger a los toledanos que se dirigían a los refugios, en medio del ataque sorpresa enemigo.
Obviamente la mujer no sabía que el grueso de la flota aérea europea que combatió en Toledo se hallaba pilotada por IA, y una escuadrilla, equipada con neuro manipuladores, fue capitaneada por Daniel García.
El vehículo estacionó ante las puertas del monumental edificio de la Biblioteca Nacional. La oficial se despidió de Víctor con una frase patriótica. Él deseó firmemente que la paz se mantuviese, para no retornar a los turbios vientos de guerra, siempre añorados por nostálgicos henchidos de ardor guerrero.
Víctor subió las escaleras, cubiertas de hojas caídas, que nadie se molestaría en recoger por el recorte de los presupuestos, presentó su credencial de investigador, pasó sus pertenencias a través del vetusto control de seguridad y se encaminó a las taquillas.
Sacó sus gafas de Realidad Mixta de su funda protectora y las introdujo en una bolsa de plástico de maíz. Cerró la taquilla y colocó una huella digital sobre un lector.
Recorrió la diáfana sala de exposiciones hacia la derecha. Volvió a identificarse en un nuevo control y mostró sus gafas a la encargada de seguridad.
Caminó unas decenas de metros a través de un pasillo de pulido suelo de madera real, flanqueado en toda su longitud por un anacrónico archivo de fichas de papel; muchas manuscritas o realizadas con máquinas de escribir hace tiempo recicladas.
En la primera estancia de la sala Cervantes, Víctor García entregó su credencial.
—Los facsímiles en petición anticipada se los entregará mi compañero de la Sala 1.
Víctor trabajaba como investigador bibliográfico freelance. Había sido contratado para autenticar unas obras de teatro dubitadas de Lope de Vega.
Desde que abandonó el proyecto FasTrip, por estrés postraumático, había desempolvado sus doctorados y vuelto a la ocupación en la que fue reclutado por Daniel García.
Colonizar el Sistema Solar había sido el trabajo de su vida, sin embargo, llegó el momento de pasar página.
Todas las salas gozaban de amplios escritorios de madera y paredes cubiertas de estanterías y extraños lectores. Microformas, DVD, CDROM… conceptos para historiadores del archivismo, que allí se mantenían en uso mediante tecnología fotomuónica IA.
Víctor se sentía en un auténtico templo del saber, rodeado de impresos, catálogos, puestos de consulta, ficheros, incunables y manuscritos. Sin duda echaba de menos las puestas de sol marcianas tras una dura jornada de exploración o construcción. Sentado junto a Sandra, al borde de un abismo de kilómetros, mientras el astro cruzaba el asalmonado cielo y se extinguía tras el recortado perfil de titánicos volcanes, en una majestuosa sinfonía de azules.
Los neuro manipuladores de Sandra y Víctor
Víctor colocaba con sus guantes, e infinito cuidado, el cojín y las cintas lastradas que mantenían abierto el manuscrito; cuyo original pertenecía al siglo de Oro español.
El responsable de sala se dirigió hacia él inopinadamente.
—Señor García, disculpe.
Víctor García bajó las escaleras y se encontró con Daniel
García. Tras saludarse efusivamente, pasaron a una sala privada de
la biblioteca, con dos cómodos sillones, cuarteados por el tiempo, flanqueados por robustas estanterías que olían a polvo e historia.
A pesar de ostentar el mismo apellido, ambos hombres, unos quince años mayor Daniel que Víctor, no eran familia. En realidad en el proyecto FasTrip todos adoptaban el apellido García.
Ambos comenzaron a actualizarse tras el tiempo pasado sin contacto. Daniel había seguido a Víctor. De hecho era un honor para Víctor que el coordinador europeo de FasTrip, y antiguo mentor, se desplazase a su lugar de trabajo.
—¿Y cuál fue tu última misión, Daniel? Si puedes contarla.
—Acantilado Kuiper.
—¡No jodas! —. Víctor sintió una indefinible punzada en el estómago. Durante un tiempo tuvieron la idea de viajar allí juntos —. ¿Cuánta distancia?
—Siete mil millones de kilómetros.
—¡Dios! ¿Qué se siente al ser la mente humana que más lejos ha llegado?
—Lloré de emoción…—afirmó, quedándose momentáneamente sin palabras. —. En realidad hay una persona que ha llegado más lejos.
—¿Sandra? ¿Ha…muerto?
—No. Tranquilo. Déjame explicarte. ¿Recuerdas que en Marte descubriste una cuerda que nos llevó a Júpiter, a la luna Europa? —. Los ojos de Víctor se humedecieron y su mandíbula se tensó —. Lamento hacerte revivir malos recuerdos.
—Está bien —. Se intentó sobreponer Víctor —. Aquella cuerda sonaba como música celestial —reconoció, reconciliándose con sus memorias.
—En Kuiper encontré otra cuerda maravillosa. Pensamos que conducía a un sistema solar lejano. En realidad llevaba aquí, a Madrid, pero en 1936.
Las peores teorías de Víctor comenzaron a materializarse.
—Convenciste a Sandra para que viajase a ese pasado. ¿Por qué no fuiste tú mismo? —preguntó con rabia apenas atenuada.
—Se ofreció en cuanto lo supo. Yo todavía estoy en periodo refractario. Ni pude ir antes, ni puedo ir ahora a rescatarla.
—¡Yo es que alucino con vosotros!¡No vais a parar hasta que alguien muera o quede en coma permanente!
—¡Eso no es justo! Yo siempre he cuidado de vosotros. He respetado todos los protocolos. Y eso con las continuas presiones del Ejército para militarizaros. No olvides en manos de quién está el sur de España.
—¡Joder Daniel! Te debo las experiencias más increíbles de mi vida. ¿Pero no aprendimos la lección con mi puto síndrome de la mano de goma en Júpiter?
—Víctor, no tengo tiempo ni ganas de discutir los aspectos éticos de FasTrip contigo. En la carrera espacial hubo y habrá astronautas muertos. En la guerra no solo se destruyen máquinas. Estoy aquí para ayudar a Sandra. Dime si estás dispuesto a afrontar tu trauma para rescatarla, como ella hizo contigo; o acabamos la conversación y nos despedimos como amigos.
Sandra
Finalmente Víctor se relajó y aceptó los términos de
Daniel. El siguiente paso consistía en mantener una entrevista con Mayte
García.
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