LIMINAL. La proscrita alianza entre la IA y los archivistas


 


El peregrino oriental se sentía tremendamente incómodo y fuera de contexto.

El río, de tintes azabache, serpenteaba, entre imposibles muros de exuberante vegetación. Ocultando su profundidad y peligros.

El olor era penetrante, a vegetación descompuesta y aguas estancadas.

Las enredaderas flotantes amenazaban la hélice de aquel frágil vapor, avanzando penosamente a través de esa inmensa, infame y opaca jungla.

El aire era tan pesado y asfixiante que resultaba dolorosa su mera inhalación.

La niebla, que emergía de la selva, parecía amortajarlo todo con su plomizo sudario de penumbra. Como queriendo devorar, a dentelladas, los escuetos rayos de luz, que conseguían burlar las ciclópeas murallas del dosel arbóreo.

Del bosque llegaba una cacofonía de ruidos naturales, rota por un ritmo hipnótico, escalofriante a pesar del sofocante calor; con sus notas a un tiempo ancestrales e inhumanas.

 

 

Yuze, el especialista en reconocimiento de imagen por IA, parpadeó, queriendo librarse de aquella ensoñación, provocada por la falta de sueño y el estrés de su cometido.

Sentado frente a la pantalla, mientras la luz mortecina de la tarde se filtra a través del tragaluz, Yuze siente el rumor del río invisible, que se derrama bajo la superficie del mundo digital. Es un río alimentado por ignotos afluentes, cuyas aguas arrastran los restos de civilizaciones y saberes, de sueños y naufragios.

Así es el cauce de las bibliotecas sombra… nombres que susurran en la fría y profunda noche, leyendas de ancianos navegantes, de exploradores desaparecidos, en una tenebrosa jungla de datos.

No son bibliotecas al uso. Son refugios al amparo de la niebla, umbrales luminosos en la eterna sombra de la red. Donde los libros y los artículos, los tratados y las voces, flotan como troncos salvados del olvido.

No hay guardianes ni aduanas, solo el eco de páginas que se resisten a desaparecer, el murmullo de un conocimiento que se niega a ser encadenado.

Yuze sabe que en otros países su misión resultaría delictiva. Negociar con hacktivistas de archivos, para acceder a un corpus de millones de obras pirateadas, sería ilegal y podría acarrear la ruina de la empresa de IA en Occidente.

En Oriente las cosas son distintas, y el acceso a esos datos puede representar un enorme ahorro económico y energético; y una codiciada ventaja competitiva para su prototipo DS.



Por otra parte, sus interlocutores imponen un respeto reverente. A diferencia de Alexandra Elbakyan o de los detenidos en Argentina, la mente colmena responsable de AA ha sabido crear un auténtico ecosistema clandestino de archivismo. Manteniendo el anonimato y preservando la resiliencia, mediante un sofisticado sistema de datos distribuidos.

Esas mentes amplias y desapasionadas, empeñadas en quijotesca misión, no es que tengan grandes conocimientos; atesoran todo el conocimiento de la humanidad. Petabytes de datos, necesarios para adiestrar a las voraces IA´s.

Yuze los imagina como auténticas personalidades grises, quizás bibliotecarios o investigadores, puede que con cabello de varios colores y cubiertos de tatuajes. Puede que no.



*Texto generado con apoyo de IA

Bibliotecas sombra y LLM: el nuevo ciclo del conocimiento

Hay algo profundamente subversivo —y a la vez inevitable— en la idea de que el conocimiento, ese bien que debería ser universal, se escabulle por las rendijas de la red y resurge, potenciado, en los lugares menos esperados. Las llamadas bibliotecas sombra son el eco digital de la vieja promesa ilustrada: “todo para todos”, pero sin aduanas, sin peajes, sin permisos. Allí, bajo la superficie visible de la web, se archivan millones de libros, artículos y documentos, a menudo con una vocación más de preservación que de rebeldía.

Pero la historia no termina ahí. Hoy, en pleno auge de la inteligencia artificial, estas bibliotecas clandestinas se han convertido en la cantera secreta de los nuevos modelos de lenguaje. Los LLM (Large Language Models) —piensa en DeepSeek, o en los GPT más recientes— se entrenan con cantidades ingentes de texto. El acceso a corpus masivos, variados y multilingües es la clave para que estos modelos sean más inteligentes, más precisos, más baratos de entrenar.

¿Y dónde encontrar ese material? Ahí es donde medran los archivistas. Sus datasets, abiertos y replicables, son un tesoro para quienes buscan alimentar algoritmos; sin hipotecar presupuestos ni esperar permisos eternos. No es casualidad que los movimientos por el acceso abierto y la preservación digital hayan encontrado en las bibliotecas sombra no solo un refugio, sino un laboratorio de futuro.

 

El círculo vicioso del conocimiento

El círculo se cierra de forma casi poética: lo que fue creado para ser leído por unos pocos, salta la verja, se multiplica y acaba entrenando a máquinas que, a su vez, devuelven respuestas, resúmenes, traducciones y análisis a millones de personas. El conocimiento, liberado y remezclado, se convierte en materia prima de una inteligencia artificial cada vez más democratizada.

Pero no solo hablamos de modelos de lenguaje como los actuales. El horizonte se extiende hacia la AGI (Inteligencia Artificial General), esa inteligencia artificial capaz de entender, aprender y aplicar conocimiento a nivel humano o superior. Para que la AGI sea posible, necesita alimentarse de un conocimiento vasto, diverso y actualizado. Las bibliotecas sombra, con su enorme acervo, pueden ser la base invisible que impulse esa próxima revolución.



AA: la biblioteca de los nuevos alquimistas

Este portal, en particular, se ha propuesto algo más que la mera acumulación: busca catalogar, preservar y abrir el acceso a todo lo publicado, como un WorldCat sin muros. Sus reflejos masivos mediante torrents, su código abierto y su comunidad global la convierten en un actor clave en esta nueva economía del saber.

Que los LLM más eficientes y económicos beban de estas fuentes no es un accidente: es la consecuencia lógica de un sistema que, incapaz de satisfacer la demanda por las vías tradicionales, ve cómo florecen alternativas más ágiles, más libres, más audaces.

 

¿Prohibido o inevitable?

Quizás dentro de unos años miremos atrás y veamos en las bibliotecas sombra no solo una anomalía legal, sino el germen de una nueva Ilustración digital. Mientras tanto, los datos fluyen, los modelos aprenden y el conocimiento, como el agua, siempre encuentra su cauce.

Puede que en el corazón de las tinieblas se forje la luz de una nueva era de conocimiento.


 

 


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