Los muertos cabalgan deprisa VI

 

8. Una desapacible entrevista a Vlad III

Un recurso interesante para una IA docente es el prompt persona o los agentes que simulan ser un personaje histórico. Así estudiaron mis alumnos de Biología las leyes de Mendel, entrevistando al propio protagonista.

Un reto personal que me planteé fue ejercer de abogado en el juicio de Juana de Arco, ejecutada el mismo año del nacimiento de Vlad III.

Intenté alegar enajenación mental y otras patologías psicológicas, pero el fiscal IA rebatió todas mis alegaciones punto por punto, con sesudos argumentos jurídicos. Al final, abandoné la causa. Confieso que la situación se puso muy caliente para la pobre Juana.

 

*Textos con apoyo de IA 

În țara lupilor (En tierra de lobos)

Entrevista a Vlad III "el Empalador", por Jeremy Scahill

Jeremy Scahill (Estados Unidos, 1974) es un periodista de investigación internacionalmente reconocido, célebre por sus incisivos reportajes sobre conflictos, abuso de poder y guerras encubiertas. Autor de libros como Blackwater y Guerras sucias, se caracteriza por su tono directo y su habilidad para interrogar a sus entrevistados sin concesiones, buscando la verdad más allá de la leyenda o la propaganda oficial.

 Jeremy Scahill at Chatham House 2013.jpg. C.C 2.0 

 

Vlad III (1431-1476), conocido como “el Empalador”, fue voivoda de Valaquia y figura histórica que la tradición y la literatura convirtieron en leyenda bajo el nombre de Drácula. Gobernante feroz en tiempos de invasiones otomanas, empleó tácticas brutales y desarrolló un mito en torno al terror como filosofía de Estado. Superviviente de traiciones, guerras intestinas y cautiverio, su nombre sigue invocando miedo y debate cinco siglos después.

 

—El hedor de la historia es más penetrante que el de la sangre —bromea un oficial en las murallas de Târgoviște.

Scahill se encuentra con Vlad III para un diálogo que busca apartar el mito para dejar a la vista al ser humano y el gobernante.


En las ruinas silenciosas de Târgoviște, donde la historia y la leyenda sangran juntas, el reportero Jeremy Scahill, investigador incómodo, frontal e inquisitivo, busca respuestas tras la fachada del mito. Aquí presenta una entrevista con Vlad III, el príncipe que convirtió la guerra, el poder y el terror en política de Estado.

1. Vlad, la mayoría de Occidente lo ve como un monstruo. ¿Cómo responde usted a quienes lo llaman “el Empalador”?

Vlad III: En una tierra arrasada por traiciones y ejércitos que desean devorarla, la clemencia es a menudo malinterpretada como debilidad. Yo no inventé el empalamiento, solo lo usé hasta que mi pueblo entendió que la justicia tenía rostro. Fui odiado, sí, pero también temido, y por eso Valaquia sobrevivió, mientras otros principados caían bajo el yugo otomano o en la corrupción interna.

2. El imperio otomano sostiene que usted cometió atrocidades inhumanas. En un mundo actual, sus actos serían calificados de crímenes de guerra. ¿Por qué sus métodos?

Vlad III: Le pregunto, señor Scahill, ¿qué victoria es posible contra un enemigo que regresa, siempre, en número superior? Necesitaba un mensaje claro: que tomar Valaquia era un precio demasiado alto. La guerra es sucia; no se gana solo con armas, sino con el miedo. Si destruí ejércitos otomanos y creé bosques de empalados, fue porque la alternativa era entregar la libertad de mi pueblo sin lucha y sin honor.

3. ¿Dónde traza la línea entre justicia y terror? Hay relatos de ejecuciones masivas, torturas, castigos a comerciantes y extranjeros…

Vlad III: Cuando fui rehén, durante largos años, en el palacio del sultán, aprendí que el poder destruye al que duda. Mis enemigos eran traidores internos tanto como invasores externos. Castigué la corrupción, la traición y el robo con la máxima severidad, porque necesitaba que nadie dudase. Quizá mi nombre asuste hoy, pero en mi tiempo, los nobles temían más la traición que la muerte.

4. Como rehén del sultán siendo niño. ¿Qué marcas dejó ese cautiverio en su visión del poder y la guerra?

Vlad III: La humillación fue la principal enseñanza. Observé sus métodos: la manipulación, el soborno y, cuando fallaban, el exterminio. Aprendí a no confiar, a negociar solo desde la fuerza y a recordar que la clemencia es rara vez correspondida en política. No luché contra el islam, sino contra el destructor y el invasor.

5. Su enfrentamiento nocturno contra Mehmet II es legendario. ¿Fue un acto de desesperación o cálculo?

Vlad III: Fue ambas cosas. Sabía que no podía ganar en batalla frontal. Tomé el riesgo porque necesitaba desmoralizar a un ejército abrumador. Crucé sus líneas como uno más, sembré el caos en sus tiendas y aunque no logré matar al sultán, sí conseguí que se supiera que Vlad aún podía golpear, incluso cuando pareciera imposible, que aún había esperanza para una Valaquia libre.

6. Hay quien dice que usted fue traicionado y asesinado por sus propios hombres, otros que manos otomanas o húngaras pusieron fin a su vida. ¿Siente que su final fue justo?

Vlad III: ¿Hay justicia en la muerte de quien siempre sostuvo la espada? Siempre supe que vivir entre lobos es correr el riesgo de morir entre ellos. Si mis propios hombres me mataron, es que les enseñé demasiado bien el precio de la debilidad…

7. La figura de “Drácula” ha eclipsado al príncipe Vlad. ¿Le ofende la caricatura moderna que ha inspirado?

Vlad III: El mito sobrevive porque el miedo lo necesita. Pero les aseguro que ningún vampiro ha salvado nunca a un pueblo. Lo que hice, lo hice como hombre y príncipe, porque la realidad de las invasiones, la corrupción y la traición era mucho más temible que las leyendas de los escritores modernos.

8. ¿Si volviera a gobernar hoy, haría algo diferente?

Vlad III: Cambian los tiempos, no la naturaleza de la ambición y el miedo. Los que detentan el poder hoy usan otras herramientas: la mentira, la manipulación masiva, la economía. Yo tenía mi método. Juzguen mis acciones en el contexto de la guerra y el despojo constante. Sí, volvería a luchar y a castigar sin compasión a los traidores. Lo que los otomanos no lograron conquistar con el acero, otros lo conquistan ahora con el olvido y la distorsión.

9. ¿Qué le diría a quienes lo ven como un tirano sin alma?

Vlad III: Que busquen la verdad más allá de las leyendas. Que indaguen en las vidas de quienes goberné y pregunten quién protegió a los pobres y castigó al opresor. Mi alma pertenece a mi pueblo; que el juicio final corresponda a la historia.


La historia no absuelve, solo ilumina rincones oscuros. Y en los ojos de Vlad III –héroe o monstruo, según la luz que arroje la guerra sucia del poder– arde aún la incómoda pregunta sobre el precio de la supervivencia y la justicia, cuando el mundo es un campo de batalla. Concluye Scahill.

Vlad se acerca a una ventana. Abajo, en el patio de armas, uno de sus verdugos engrasa una estaca de varios metros. El voivoda hace un gesto negativo con la cabeza. Scahill traga saliva y se despide con un hilo de voz.

 

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