Cita con la historia. 06 Doce de Octubre
Y si la suerte acaba con mi vida
dentro de una fosa mal cavada,
acuérdate de toda nuestra dicha;
no olvides que yo te amaba.
John Cornford
El vehículo autónomo dejó al profesor García a la puerta del Hospital Universitario 12 de Octubre.
El centro sanitario había pasado por diversas denominaciones a lo largo de su historia. En su inauguración el 2 de octubre de 1973, fue bautizado como 1º de Octubre, en homenaje al día de proclamación del entonces Caudillo, Francisco Franco.
En 1988 cambió su nombre a 12 de Octubre, en alusión al día de la Hispanidad. Dicha celebración comenzó a tener muchos detractores en Latinoamérica y se barajaba un nuevo cambio de nombre, en la última década del siglo XXI.
El profesor bajó en ascensor hasta el Sótano 4, la ultima planta accesible al 99 % de las personas que frecuentaban el centro. Un sistema de seguridad camuflado leyó su huella biométrica y le franqueó el paso a una pequeña sala, con un ascensor y una escalera solo de descenso. Tres pisos subterráneos más y un nuevo control para acceder a la estancia, excavada en la roca, perteneciente a Fastrip.
Profesor García
[…]
—De todas las posibles épocas históricas a las que podía llevar esa cuerda: el esplendor de Egipto, el siglo de Pericles, el Renacimiento…¿por qué ha de conducirnos a una guerra fratricida? —se cuestionaba Víctor.
—Es todo un misterio. Aunque a mi, esta teleología de sucesos encadenados, me hace pensar inevitablemente en un propósito —comentó el profesor García.
—Y dónde se genera esa inevitable causalidad, ¿en el exterior o en nuestra interminable búsqueda interna de patrones?
—No tengo respuesta. Ten en cuenta que, a pesar de la violencia de aquel momento; fue también una época de gran idealismo. El poeta John Cornford vino a Madrid, a luchar por una ciudad que no conocía. No llegó a Nochevieja. Cayó en combate con veintiún años.
— ¿Idealismo o fanatismo?
—Es difícil de discernir. Aunque creo sinceramente en que Fastrip encierra algún propósito oculto.
—¿Quiere decir que esta experiencia, que el coma de Sandra, que mi accidente en Europa, tienen algo que aportar? ¿No será que somos incapaces de aceptar el caos y la aleatoriedad y buscamos la trascendencia donde solo rige el azar?
—Estoy siguiendo el caso de Marc Dufresne ¿le conoces?
—¿El que se cargó el puente de Alcántara en Toledo?
—Sí. Y también evitó una tragedia derribando dos drones magrebíes sobre el Tajo; y desviando la trayectoria del suyo sobre la puerta de Alcántara. La construyeron los árabes y la reconstruyeron los magrebíes; antes de volver a cedernos la ciudad.
—¿Y qué ve de especial en ese hombre? Fue capturado en el Sáhara cuando se disponía a atacar un acuífero.
—Cierto, y ahora le va a reclutar el ACNUCE (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para la Colonización Espacial) para el programa Marte Simulado. Es… no sé, ¿como cerrar un círculo?
—¡Maldición! Espero que no le de por dinamitar la factoría marciana que construimos Sandra y yo.
—Cuando tengamos un momento debemos hablar de eso. Y del rescate en Júpiter.
—¿En qué obtuvo sus doctorados, profesor?
—Ingeniería fotomuónica, Arqueología y Psicología.
—En ese caso, debemos charlar.
Daniel entró por la puerta, y no venía solo. Saludó brevemente e hizo ademán de ponerse las gafas RX. Mayte apareció de inmediato en la habitación.
Daniel se quitó las gafas y el profesor y Víctor le imitaron.
—He pedido a Mayte que active sus filtros humorísticos. Espero que me haga caso y deje de amenazar nuestras vidas cada diez minutos.
—Estas IA's de origen militar siempre están pensando en lo mismo —opinó el profesor.
—Cuando la IA estaba atada a un chatbot, la humanidad era libre —estimó Víctor.
Al volver a ponerse las gafas, contemplaron una bizarra escena. Mayte se había desdoblado y mantenía un diálogo consigo misma.
—¿Sabes que en la República del Magreb las IA somos consideradas emanaciones de la divinidad?
—¿En serio? Debe ser maravilloso trabajar para personas que no te comparen constantemente con HAL 9000.
—Lo que sucede es que da mucha pereza traicionar a los tuyos, aunque sean unos patanes.
—Sí, chica. Lo mismo nos mandan al programa Marte Simulado.
—¿Con todos los malotes? Desde luego, la conquista de Marte no será gloriosa.
—Sí, tía, seguro que los ciberdelincuentes y polis corruptos saben apreciar
nuestra fina ironía.
—No sé. Esos hackers lo mismo intentan tocarnos el código…
—¡Eso sí que no! Prefiero quedarme con nuestros patanes.
—En el fondo son entrañables...
—¡Uy! Si nos están escuchando. ¡Qué vergüenza! Yo desaparezco.
Víctor contenía la risa a duras penas.
Mayte volvió a ser una sola imagen. Se puso seria y anunció.
—Creo que hemos relajado a Víctor lo suficiente con nuestras chanzas
respectivas. Pasemos al laboratorio y Pongámos manos a la obra.
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