Estafa, pasión y muerte. El triple crimen de Morata. 3. Las redes del amor.




Los tres hermanos Gutiérrez Ayuso: Amelia, Ángeles y Pepe, vivían cómodamente en Morata de Tajuña.

Pepe sufría una discapacidad intelectual y siempre había sido cuidado por sus hermanas. Disponía de una buena pensión y era conocido en el pueblo por ser muy aficionado al fútbol y socializar con los vecinos.

Amelia y Ángeles tenían estudios y trabajaron respectivamente como anticuaria y profesora. Eran muy devotas y estaban involucradas en actividades en la parroquia.

Como vimos en el último artículo, al menos el perfil de una de sus amigas de Facebook fue visitado por un "soldadito", como el falso Edward, el virtual novio de Amelia.

Por suerte, las circunstancias de esta persona eran totalmente distintas a las de las hermanas Gutiérrez Ayuso. No obstante, su página de Facebook fue robada, con gran cantidad de fotos familiares, y dedicada a posibles fines delictivos. No podemos concluir si la visita del soldado David Kelvin y el robo del perfil pudieran o no tener relación; aunque nos parece probable.

Como vemos, el nivel cultural o intelectual de las víctimas no las protege necesariamente del ataque.

De hecho, se sabe de al menos dos casos recientes, una alta ejecutiva y una profesora universitaria, que sufrieron esta estafa, con grandes perdidas emocionales y económicas.

Los hombres también forman parte del objetivo de los estafadores. Si bien es cierto que son más proclives a la sextorsión, cuyos especialistas  provienen de Costa de Marfil. Los hombres gays también comienzan a ser blanco de esta estafa, con supuestos perfiles de amorosos príncipes árabes.

La casa de los hermanos se encuentra a escasos cien metros del reputado recorrido de la Pasión de Morata de Tajuña, en una urdimbre de calles con resonancias religiosas. De ahí el nombre del dispositivo policial que culminó con el arresto del presunto asesino: Operación Calvario.


Nuestra experta en Criminología, Sandra Sáez, ha realizado un breve ensayo sobre la victimología de este luctuoso caso.


LAS REDES DEL AMOR

Algo sin capacidad de medida no se puede cuantificar, excepto cuando hay expertos en medir necesidades y manejar los finos hilos de la manipulación.

¿Qué somos capaces de hacer por amor?

Es algo impredecible. Por amor se mueve el mundo y por amor y amar se vive, pero también se muere.

En el momento en que nacemos, comienza la vida y las relaciones de interconexión entre nosotros. Es el único momento vital en el que, absolutamente todos, somos iguales entre nosotros mismos.

A medida que crecemos en nuestros diferentes entornos, vamos enraizando sentimientos, afectos, desafectos, canalizamos, percibimos e incluso somos capaces de desarrollar empatía: sentir en nosotros mismos aquello que está sintiendo el otro. Esta capacidad humana y amorosa puede convertirse en una poderosa arma capaz de manipular al más incauto de los corazones.

Percibir los sentimientos del otro, nos permite ver su alma desnuda y también sus debilidades. En este punto, comienza nuestro análisis.

En el caso de el “Triple Crimen de Morata”, como en tantos otros, hay un cazador y un cazado. Alguien al otro lado del ordenador, ha captado a la perfección la debilidad, la soledad y el abismo de una vida vacía por la necesidad de recibir amor. Ha detectado el negocio.

En una sucesión de pequeñas acciones para la toma de contacto, se va generando un elaborado plan para conseguir saquear todo el dinero posible a la víctima, conduciéndola poco a poco, por una telaraña sentimental hasta lograr llevarla al punto exacto donde va a ser devorada. Ha sido cazada.

Desde el otro lado de la pantalla, de la que ahora mismo estás siendo lector, se detecta el vacío de la vida en soledad, baja autoestima y poco merecedora de las cosas buenas que solo les ocurren a los demás, mientras coexiste en tu mente, creadora y productora ejecutiva de una realidad no material, en la que vives a momentos una relación estable, con una pareja amable, atenta, respetuosa, que cuida de ti todo lo que no cuidas tú misma.

Una noche enciendes el ordenador y ¡zas!, ahí está. Todo eso que tenías en el lecho de tu imaginación se convierte en realidad: un alto cargo militar te ha encontrado por redes y te ha contactado. No sólo ha visto en ti todo eso que ni tú misma has sido capaz de ver, sino que, con dos conversaciones, ha buceado por lo más profundo de tus entrañas y ha hecho emerger la vida soñada a la superficie.  Tu sueño se ha materializado.

Las redes obran su milagro. Te conectan y también te atrapan.

La magia del amor se ha producido y te quiere. La vida vuelve a cobrar su sentido. Siente desesperación por no poder estar contigo y te conviertes en lo más importante de su vida, a la vez que él de la tuya.

Solemos ser las mujeres, que poseemos un entramado sentimental más complejo y sensible por naturaleza, las más vulnerables a caer en las fauces de las estafas amorosas.

Tras varias conversaciones, el cazador nos percibe. Es un oledor profesional de flaquezas y ya sabe que estás enamorada hasta los huesos. Es el momento, cuando la balanza del amor, pesa más que el dinero.

Una mañana te levantas con una noticia horrorosa: tu amor se encuentra, al igual que tu cuenta bancaria, en una situación de peligro y necesita urgentemente varios miles de euros para poder salir de ahí y reunirse contigo. Por supuesto, ¡¿qué vale el dinero?!. Después de una o varias transferencias, la araña degusta su botín y se larga para siempre.

Como todo, nada es bueno ni malo, sino que depende de la intención que le insuflemos a nuestros actos. Todos sabemos que el amor es bueno, ¿siempre?...

Todo depende de quién esté detrás de la pantalla.


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