Bóvedas de conocimiento

   


El análisis forense del móvil del acusado era inconsistente con su versión de que había estado durmiendo entre las 10 pm y las 6 am, ignorando la desaparición de su esposa durante toda la noche. Los registros demostraron que el aparato había sido puesto a cargar a lo largo de ese periodo.

Crime Investigation, Capítulo 5. Crímenes australes. Pág. 75.


Este caso criminal fue investigado para mi obra, publicada en 2017. En aquella época la info había que extraerla a pico y pala de buscadores, escudriñando entre gran número de referencias inútiles.

Para este capítulo fue Pablo González, mi editor en 0xWord, quien me facilitó la sentencia. Las herramientas a nuestra disposición en la actualidad me habrían venido muy bien para desenmarañar este complicado crimen, plagado de pruebas circunstanciales.

 

*Texto redactado con apoyo de IA

Entrar en la hemeroteca regional de Madrid, en el complejo El Águila, es adentrarse en una auténtica bóveda de conocimiento (mejor dicho: un silo).

El edificio, una joya neo mudéjar de la arquitectura industrial madrileña, fue en origen la fábrica de cervezas El Águila, levantada en 1912 y reconocible por sus enormes silos de cebada. Estos depósitos, que antaño almacenaban toneladas de grano para la producción cervecera, hoy custodian miles de libros, periódicos y documentos que preservan la memoria y la cultura de la ciudad.


En estas cúpulas, perfectamente ordenados, descansan desde manuscritos de grandes escritores madrileños hasta colecciones de prensa histórica que abarcan del siglo XVII hasta nuestros días. La riqueza de estos fondos no solo reside en su cantidad, sino en su capacidad para relatar la transformación de Madrid a través de los siglos.

El lugar recibe malas reseñas, porque no realiza préstamo de libros y no está diseñado como lugar de estudio. Tengamos en cuenta que fue implementado como depósito legal, de las publicaciones madrileñas, y es un centro autorizado con pasarelas informáticas para consulta, sin restricciones, de determinados activos digitales de la BNE, como mi querida Hemeroteca Digital.

En una amplia sala, fusión de arqueología industrial y moderno centro de investigación bibliográfica, me facilitaron un puesto donde dediqué unas horas a redondear mis investigaciones sobre el luctuoso final del Medjerda.


 Fuente: Biblioteca regional Joaquín Leguina

 

La sala de lectura albergaba algún parroquiano, a diferencia de la de investigación, donde fui el único usuario. Allí puedes desplazarte libremente por los repletos estantes y consultar los volúmenes que desees, al estilo de una biblioteca municipal convencional; pero sin préstamo.

Se permite el acceso con dispositivos propios, dado que, hoy, la investigación en estos espacios puede ir mucho más allá del papel.

Herramientas como NotebookLM y Obsidian permiten que el investigador moderno construya su propia bóveda de conocimiento digital.

 

NotebookLM, impulsado por el modelo de lenguaje Gemini Pro, es capaz de analizar y sintetizar grandes volúmenes de información extraída de documentos digitalizados. Este LLM (Large Language Model) procesa textos, encuentra patrones, responde preguntas complejas y genera resúmenes precisos, siempre citando las fuentes originales. Así, el trabajo con fuentes primarias de la hemeroteca se vuelve más ágil y profundo.

 

Dos características que me agradan especialmente, al margen de las cincuenta fuentes multi formato, propias o extraídas de Internet, que permite por cuaderno; son las magníficas líneas temporales y los profesionales podcasts que genera.

Como comenté al principio del artículo, este software me hubiera resultado francamente útil para investigar el caso criminal de Allison Baden-Clay.

 

Obsidian, por su parte, permite estructurar y conectar todo ese conocimiento en una red de notas interrelacionadas, siguiendo el método Zettelkasten.

Cada hallazgo, cada dato relevante, se convierte en un nodo dentro de una bóveda digital personal, donde las ideas se entrelazan y crecen con cada nueva investigación. Algunos usuarios llegan a calificar las bóvedas creadas como "gemelos digitales". En realidad sería más correcto hablar de discos duros temáticos, fuertemente organizados.

 

En el post anterior despotriqué acerca de los "fantasmas", más bien fantasmadas, de la IA. Este software no es inmune, pero el hecho de poder seleccionar y curar nuestras propias fuentes y la opción de consultar en todo momento el origen de una dato, aportan una garantía de fiabilidad; no disponible en los LLM convencionales.

Me reitero en la fascinación que produce chatear con un LLM, pero como le advierten a Clarice Starling antes de su primera entrevista con el doctor Lecter: "Nunca olvides lo que es".

Teniendo todo lo anterior en mente, podemos afirmar que, igual que los antiguos silos de El Águila albergan hoy innumerables libros y documentos, nosotros podemos construir nuestras propias bóvedas de conocimiento. Espacios digitales donde el pasado y el presente dialogan, y donde la memoria se expande gracias a la tecnología.

La herencia industrial y documental de Madrid inspira una nueva forma de custodiar y explorar el saber, en la que cada investigador puede ser arquitecto de su propio archivo vivo.

 


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